Unos cinco billones de colillas acaban en el medio marino al año, derramando contaminantes metálicos que pueden entrar en la cadena alimentaria.

En España se fuman unos 89 millones de cigarrillos al día, lo que supone 32.455 millones de filtros desechados anualmente, según un informe del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo(CNPT). Y nos preguntamos… ¿Cuántas de estas terminan en el suelo? La verdad es que no hay cifras que lo verifiquen pero si que sabemos que las colillas que se quedan en el suelo pueden ser arrastradas por la lluvia hacia los cursos fluviales, llegando a las costas. Además no nos tenemos que olvidar de la cantidad de colillas que acaban en el mar por el simple hecho que se han tirado en la playa.

Las colillas de cigarrillos son la forma más común de basura que se encuentra en el medio marino, con un estimado de 5 billones tiradas al medio ambiente en todo el mundo cada año. I estas pueden desprender arsénico o níquel en el agua.

Los metales evaluados en una investigación del Centro de Investigación en Biotecnología Marina del Golfo Pérsico de la Universidad de Ciencias Médicas de Bushehr (Irán), y publicada en la revista Tobacco Control, incluyeron cadmio (Cd), hierro (Fe), arsénico (As) níquel (Ni), cobre (Cu), zinc (Zn) y manganeso (Mn), todos de colillas de cigarrillos desechadas.

Para hacer el estudio, los autores monitorizaron los niveles de metales en las colillas de cigarrillos en nueve lugares diferentes a lo largo de la parte norte del Golfo Pérsico en las zonas costeras del puerto marítimo de Bushehr durante el verano de 2015.

Según los investigadores, el contenido metálico de los cigarrillos puede variar según el proceso de cultivo o también pueden añadirse durante la fabricación del cigarrillo o mediante la aplicación de agentes de brillo en el papel de envoltura.

Los filtros de los cigarrillos, que están hechos de acetato de celulosa, pueden actuar como otros plásticos proporcionando un conducto para transportar metales en ambientes marinos, sugieren los autores. También señalan que la respuesta de la vida animal y vegetal al contenido de metales es muy variable.

En la naturaleza, estos minerales son esenciales para la vida. Sin embargo, un aumento artificial de sus cantidades habituales podría resultar nocivo para las especies oceánicas. En algunos casos, los investigadores creen que el resultado sería un incremento de sus niveles de «tolerancia a los metales», pero también advierten que, en muchos otros organismos, la elevada concentración de metales pesados en el agua puede resultar terriblemente dañina.

Teniendo en cuenta la cantidad estimada de colillas de cigarrillos esparcidas al año (4,95 billones), la liberación de metales a partir de colillas de cigarrillos esparcidas en el medio marino puede aumentar el potencial de daño agudo con respecto a las especies locales y entrar en la cadena alimentaria.

 

Colillas en la Playa

 

Prohibir fumar en la playa

Hace cuatro años la localidad de Sant Feliu de Guixols (Girona) prohibió fumar en algunas zonas de sus playas. Esa prueba piloto cuajó y desde entonces se ha incrementado la zona de costa sin humo.

Este año esta iniciativa se ha puesto en practica a nivel autonómico en Galicia. La red gallega de playas sin humo ya cuenta con 22 arenales de 17 ayuntamientos de Pontevedra, Lugo y La Coruña, las tres provincias costeras. Son playas famosas que figuran en folletos turísticos como la de Area Grande en La Guardia, Perbes en Miño o la Rabadorira en Ribadeo y otras menos conocidas, pero que cuentan con gran afluencia como Lapamán, en Bueu.

La iniciativa no tiene un carácter sancionador, de modo que no habrá vigilancia especial ni se sancionará a los fumadores. La iniciativa tiene un carácter divulgativo para promover hábitos de vida saludable, y respeto del medio ambiente.

Esperamos que después de haber leído esta noticia te hayas hecho más consciente de lo que un simple gesto puede provocar en el medio ambiente y que simplemente dejes el espacio que has visitado en la playa tal y como estaba antes que que llegases a él.

Fuente: La Vanguardia