La ballena azul (Balaenoptera musculus) puede alcanzar los 30 metros de largo y las 173 toneladas de peso, por lo que su avistamiento resulta, sencillamente, espectacular. Antiguamente era frecuente en Galicia, pero desapareció de estas latitudes. El año pasado fueron localizados varios ejemplares, y aquello permitió recuperar esperanzas. Ahora parece confirmarse que la especie tiene querencia por las aguas gallegas, ya que la comunidad científica da cuenta del avistamiento de otro ejemplar, como también de la localización de otra ballena jorobada, rorcuales, marsopas y, por supuesto, multitud de delfines.

 

El Instituto para el Estudio de los Mamíferos Marinos (BDRI, por sus siglas en inglés),documentó el miércoles la presencia de una ballena azul ( Balaenoptera musculus) en la costa gallega. Este nuevo avistamiento del animal más grande del planeta ha entusiasmado a la comunidad científica, ya que permite concluir que los grandes cetáceos regresan a Galicia, e incluso que vienen para quedarse.

Se trata de un ejemplar “de unos 18 o 19 metros”, y por tanto aún “pequeño”, teniendo en cuenta que la especie puede alcanzar los 30 metros de largo. Pero es un juvenil, y esto también es buena noticia, pues que se acerquen las crías a Galicia significa que tienen alimento, que están cómodas aquí y que los adultos pueden andar cerca.

Su localización refuerza la teoría de cuantos creen que la creciente presencia de delfines mulares y comunes en las rías gallegas, su reproducción en ellas y el aumento de cetáceos no obedece a la casualidad, sino que es consecuencia directa de la abundancia de placton, peces y cefalópodos.

Como se explicó en tantas ocasiones, la abundancia de fitoplancton puede causar trastornos puntuales cuando es portador de biotoxinas, ya que obliga a cerrar temporalmente la extracción de moluscos. Pero es un fenómeno natural que es sinónimo de riqueza en las rías, ya que se trata de los nutrientes que alimentan a esos productos y también a las propias ballenas.

De ahí que el año pasado, entre el 10 de septiembre y el 31 de octubre, el BDRI censara, en once días de expediciones efectuadas entre Fisterra y las islas Cíes, nada menos que 60 ballenas, entre ellas cinco azules, cuarenta rorcuales comunes, nueve aliblancos, dos rorcuales norteños y dos ballenas jorobadas.

Este año las buenas noticias llegan incluso antes, demostrando que la costa gallega, y las Rías Baixas en particular, “son un auténtico paraíso y un refugio privilegiado tanto para los delfines como para las grandes ballenas”.

Así lo asegura Bruno Díaz López, el director del BDRI y el encargado de confirmar que fue el martes cuando su equipo completó un trabajo de enorme valor científico al localizar, fotografiar y filmar a este ejemplar de ballena azul mientras se alimentaba frente a la costa del municipio coruñés de Cariño, curiosamente un lugar en el que antaño funcionó la industria ballenera.

Fue, aclara, “una de las mejores jornadas de nuestras expediciones en aguas gallegas en los cinco años que llevamos aquí”, completando los estudios que el propio Bruno Díaz realizó en el Mediterráneo.

En concreto la tripulación del barco del BDRI zarpó el martes desde O Grove para realizar dieciséis horas de seguimiento y recorrer más de cien millas frente a las Rías Baixas y llegar hasta Fisterra.

Más de dos horas de seguimiento

Lo más importante desde el punto de vista medioambiental y científico fue, sin duda, la localización de dicha ballena azul, “que pudimos estudiar mientras se alimentaba durante más de dos horas”.

Es esto lo que lleva al biólogo ferrolano Bruno Díaz a resaltar que “la ballena azul ha decidido alimentarse en Galicia, por lo que los avistamientos del año pasado eran solo la punta de lanza” y no es descabellado pensar que a partir de ahora quizás vuelva a formar parte del paisaje gallego, como lo hicieron en el pasado y como hacen los delfines ahora.

Para entender mejor este optimismo hay que detallar que el martes el BDRI no solo localizó a esa ballena azul, sino también a “media docena de rorcuales comunes -ballena de aleta ( Balaenoptera physalus)-, con un tamaño de unos veinte metros, que se alimentaban en la misma zona”. Además “vimos marsopas comunes ( Phocoena phocoena) y tuvimos un encuentro precioso con una ballena jorobada ( Megaptera novaeangliae) frente a las Rías Baixas, y no era la misma que otra vista hace días en Corcubión”, asevera un entusiasmado Bruno Díaz.

Estas situaciones, concluye el investigador, “pueden ser frecuentes en California, pero desde luego no lo estaban siendo aquí en Galicia; aunque eso parece estar cambiando”.

 

Fuente: Manuel Méndez en Faro de Vigo